Ante la imposición de aranceles del 25% por parte de Estados Unidos, México se enfrenta a un desafío sin precedentes: equilibrar su histórica dependencia del vecino del norte con la imperiosa necesidad de diversificar sus mercados. Con un 82.3% de sus exportaciones dirigidas a EE. UU. (alcanzando cifras de hasta US$475,600 millones en 2023) y una Inversión Extranjera Directa (IED) total de US$36,872 millones en 2024 –de la cual el 68% proviene de Estados Unidos–, el país se ve obligado a replantear su estrategia comercial.
Este análisis aborda, desde un enfoque multidimensional, tanto los retos sectoriales y sociales como las oportunidades emergentes en mercados alternativos, para ofrecer una perspectiva predictiva sobre el futuro geoeconómico de México.
La relación comercial con Estados Unidos es el pilar de la economía mexicana. Con el 82.3% de las exportaciones concentradas en dicho mercado y un rol preponderante en la IED (US$25,100 millones provenientes de empresas estadounidenses), México corre el riesgo de verse seriamente afectado ante decisiones unilaterales, como la reciente imposición de aranceles. Estimaciones de la US International Trade Commission indican que esta medida podría reducir las exportaciones en hasta un 12% anual, evidenciando la vulnerabilidad de una economía que depende en gran medida de un solo socio.
Uno de los sectores más afectados es la industria maquiladora, que emplea a 3.2 millones de trabajadores en las zonas fronterizas. El incremento en los costos de producción por los aranceles no solo reduce la competitividad, sino que tiene implicaciones sociales directas. Se estima que un aumento del 1% en el desempleo en este sector podría generar aproximadamente 32,000 nuevos migrantes hacia Estados Unidos, un fenómeno denominado el "efecto espejo" que contrarresta, paradójicamente, las políticas restrictivas migratorias anunciadas por el gobierno estadounidense.
Canadá
Como segundo socio comercial, Canadá ha mostrado un sólido desempeño, con ventas internacionales que alcanzaron los US$1,728 millones en 2023. Además, se han impulsado proyectos en terreno que, aunque modesto en comparación, evidencian la posibilidad de profundizar esta relación y disminuir la dependencia de EE. UU.
Asia y Europa
México explora activamente nuevos horizontes. En Asia, las exportaciones a China crecieron un 18% en 2023, alcanzando US$11,200 millones, aunque persiste un déficit comercial significativo de US$107,500 millones. Un fenómeno emergente es el “puente comercial” chino-mexicano, donde 47 empresas chinas se establecieron en México en 2023 (frente a 12 en 2020), invirtiendo US$1,400 millones en sectores como electrónica y vehículos eléctricos. Por su parte, en Europa, el tratado con la Unión Europea ha impulsado las exportaciones agrícolas, que han crecido a una tasa anual del 9%, pese a representar solo el 4.1% del total.
El proceso de nearshoring se presenta como una apuesta decisiva en la reconfiguración geoeconómica. Según la Brookings Institution, el 73% de las empresas globales consideran a México un destino prioritario para trasladar parte de sus cadenas de suministro. En 2023, la IED en manufactura avanzada creció un 22%, destacándose inversiones emblemáticas como la gigafactoría de Tesla en Nuevo León, con un aporte de US$10,000 millones. Sin embargo, el déficit en infraestructura logística –México se ubica en el puesto 58 del Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial– limita el potencial de estos proyectos y demanda una reforma integral.
Ante este panorama multidimensional, se plantean tres escenarios:
Cada escenario implica retos y oportunidades, pero en conjunto evidencian la necesidad de una reforma productiva que transforme la crisis actual en un catalizador para la diversificación y la resiliencia económica.
México se encuentra en una encrucijada geoeconómica en la que la protección de la soberanía nacional y la estabilidad económica se entrelazan con la necesidad urgente de diversificar sus relaciones comerciales. La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de un modelo basado en la dependencia estructural, impulsando estrategias que abarcan desde la profundización de la relación con Canadá hasta la exploración de oportunidades en Asia y Europa, así como la apuesta por el nearshoring. La transformación de estos desafíos en ventajas competitivas dependerá de la capacidad del gobierno y del sector privado para implementar reformas integrales y negociar en igualdad de condiciones en el complejo escenario global. La encrucijada actual, lejos de ser un callejón sin salida, puede convertirse en la antesala de una economía mexicana más resiliente y diversificada.